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El coronavirus, ¿la madre de la disrupción?

El coronavirus, un fenomenal caldo de cultivo para las marcas disruptoras del futuro

Esther Lastra

Escrito por Esther Lastra

La actual crisis emanada del COVID-19 podría convertirse en el perfecto caldo de cultivo para las empresas disruptoras de los años venideros (que harán de la necesidad virtud).

Remontémonos por un momento a la última gran crisis financiera, esa que alcanzó su punto culminante en 2008 con la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers. Miles de millones de euros se volatilizaron de la noche a la mañana. Y la recesión que siguió a continuación devoró con sus rabiosas fauces miles de empresas y millones de puestos de trabajo.

Sin embargo, en la época de vacas flacas que siguió a la caída en desgracia de Lehman Brothers emergieron paradójicamente en el horizonte empresas arrebatadoramente disruptoras como WhatsApp, Slack, Airbnb o Uber.

Slack nació originalmente como una herramienta de colaboración para un puñado de desarrolladores involucrados en el diseño de un videojuego. WhatsApp se utilizaba inicialmente como una suerte de agenda inteligente para conocer si los contactos del usuario en su teléfono móvil estaban o no disponibles. Su funcionalidad inicial fue un fracaso y los usuarios comenzaron a utilizar WhatsApp para intercambiar mensajes cortos. Ahí fue cuando comenzó la fulgurante carrera hacia el estrellato de la famosa app de mensajería.

Hay en día herramientas como Slack o WhatsApp son tan omnipresentes y han echado raíces tan profundas en nuestras vidas que nos resulta casi inimaginable renunciar a ellas, explica Ben Hermanus en un artículo para W&V.

A finales de 2007 (y con la crisis ya asomando la pata) debutó, por cierto, en algunos mercados Amazon Prime, un servicio de suscripción que da cobijo a día de hoy a incontables servicios (incluyendo Prime Video, Prime Music y Amazon Fresh, tres de los ganadores, casualidades de la vida, de la actual pandemia del coronavirus).

La vertiginosa propagación del COVID-19 por todo el mundo nos aboca a otra crisis de dimensiones mucho más colosales y aún más cruentas que la anterior (hay quien compara, de hecho, la pandemia con la Segunda Guerra Mundial).

Buena parte del retail está «hibernando» y la demanda de sus productos es casi nula. E incluso aquellas compañías que tienen la fortuna de reposar sobre mullidos colchones financieros están poniendo en «stand-by» proyectos no esenciales en aras de su propia supervivencia.

Los desarrolladores por los que hasta hace no mucho las empresas se daban codazos por echar el lazo se han quedado de la noche a la mañana compuestos y sin ofertas de trabajo (esas que antes les salían por las orejas). ¿Hacia dónde nos llevarán todos estos cambios (profundamente negativos a bote pronto)?

Del vientre del coronavirus podrían nacer las empresas disruptoras del futuro

El coronavirus ha puesto por lo pronto de manifiesto que la transformación digital que tanto se empeñaron en demorar sine die algunas empresas es portadora de múltiples ventajas.

Pero ahora no es el momento de cruzarse de brazos y contemplar extasiado los fenomenales beneficios solapados a la eternamente demorada digitalización. Es el momento de actuar. ¿Cómo? De múltiples maneras en realidad. Es hora de organizar, por ejemplo, «hackathones» para que programadores y diseñadores alumbren juntos proyectos de naturaleza social para hacer frente a la pandemia.

Es hora de dar una vuelta de tuerca al modelo de negocio de las empresas para volcarse en ayudarse a los demás. En Berlín, por ejemplo, algunos taxistas están ofreciendo sus servicios para ayudar a las personas más desvalidas a hacer la compra (replicando de alguna manera los servicios ya ofertados por Uber Eats). La idea no es nueva, pero es tan loable como necesaria en estos momentos.

El «home office» ha confrontado, por otra parte, a no pocos trabajadores con el desafío de no estar equipados adecuadamente para trabajar desde casa. La startup berlinesa everphone ha visto en este desafío una oportunidad y brinda a sus clientes un paquete especial que incluye monitor, auriculares, ratón, teclado y software (y todo utilizando el smarthphone del usuario a modo de «centralita»).

Estos y otros ejemplos demuestran que en tiempos de crisis nuevas ideas y conceptos pueden convertirse en operacionales a un ritmo increíblemente rápido. Probablemente no sean conceptos muy pulidos, pero son un valioso parche para las supurantes heridas de la sociedad en tiempos de crisis.

Quizás lo que hoy son meros conceptos sean «the next big thing» en el futuro, cuando hayamos dejado felizmente atrás al coronavirus.

La actual crisis emanada del COVID-19 puede convertirse en el perfecto caldo de cultivo para las empresas disruptoras de los años venideros, concluye Hermanus.

 

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