Por qué la "aterradora" victoria de Donald Trump es una amarga derrota para el periodismo
El espanto con el que la mayor parte de los medios de comunicación ha reaccionado a la sorprendente (¿o quizás no tanto?) victoria de Donald Trump en las urnas ha dejado en evidencia que el periodismo no tiene desafortunadamente la conexión que tenía antaño en la sociedad.
Ayer, tras desayunar (al borde del atragantamiento) con la noticia de que Trump sería el 45º presidente de los Estados Unidos, todos los medios hablaban del “shock” provocado por los asombrosos, y casi surrealistas, resultados de las elecciones presidenciales celebradas al otro lado del charco.
Pero, ¿existió de verdad el “shock” que con tanta rimbombancia describían ayer los medios de comunicación de medio mundo? Quizás, sólo quizás, el “shock” afectó sólo a la mitad de los estadounidenses, puesto que la otra mitad votó, a sabiendas y probablemente con gusto, a Donald Trump, explica Ferdinand Knauß en un artículo para Wirtschaftswoche.
Y tampoco el “shock” provocado por la victoria de Trump en la vieja Europa fue presumiblemente tan virulento como insistieron en describirlo ayer los medios de comunicación.
Los periodistas apenas pueden digerir la victoria del magnate estadounidense en las urnas y en su dificultad a la hora de deglutir ese triunfo influye una realidad que no les deja en muy buen lugar precisamente: durante los últimos meses apenas se han tomado la molestia de hablar con los simpatizantes de Trump.
En las sociedades occidentales se ha cavado durante los últimos tiempos una suerte de zanja y todos los periodistas se han posicionado (sospechosamente) al mismo lado de la zanja: el de las élites políticas.
La discrepancia entre la opinión de los medios (mayoritariamente contraria a Trump) y la decisión de la mayoría de los estadounidenses en las urnas evidencia que esa zanja existe de verdad (y que el periodismo tiene, por ende, un problema muy grave), asegura Knauß.
El periodismo, antaño uña y carne de la sociedad, está cada vez más desconectado de esa sociedad sobre la que informa. Y lo está porque sólo informa sobre la mitad de la sociedad, la mitad que a los periodistas les interesa. A la otra mitad la ignoran sistemáticamente.
Otros que también están completamente desenchufados de la sociedad son los institutos de investigación de mercados, cuyos sondeos fueron incapaces de predecir la victoria de Donald Trump.
Los institutos de investigación de mercados y los medios que les dan voz están desde hace tiempo encerrados en las cuatro paredes de la élite política y, aislados del mundo, no son capaces ni de conectar con la sociedad ni (mucho menos) de hacer autocrítica, denuncia Knauß.
Antaño la voz del pueblo (de todo el pueblo, no sólo de la mitad) los medios de comunicación se ha convertido en “perritos falderos” de las élites políticas y se han olvidado de hacer su trabajo: de buscar explicaciones para la ira, el descontento, que ha llevado a la mayor parte de los estadounidenses a votar por Donald Trump.
En las sociedades occidentales hay una zanja, sí, pero los periodistas no pueden permitirse el lujo de estar apostados única y exclusivamente a uno de los lados de la zanja. Tienen que estar a ambos lados de la zanja si quieren practicar el periodismo de verdad, y no de “mentirijillas”.