Por qué las peleas nacidas al calor de Monopoly son buenas para los niños

Jugar a Monopoly y acabar a gresca con nuestros compañeros de partida es una situación más común de lo que puede parecer a bote pronto. De acuerdo con un reciente estudio emprendido por Hasbro, la matriz del célebre juego de mesa, 8 de cada 10 personas confiesan pelearse cuando juegan a Monopoly. Y en este «insight» echa anclas precisamente una nueva campaña lanzada por Monopoly en Bélgica y Países Bajos.

El popular juego de mesa, que se lanzó en 1935 y está disponible en diferentes versiones a lo largo y ancho del globo, reta a los jugadores a comprar todas las propiedades inmobiliarias posibles sobre el tablero y a llevar simultáneamente a la bancarrota a sus rivales. Tiene, por lo tanto, todo el sentido del mundo, en vista de la mecánica de Monopoly, que de vez en cuando los jugadores se dejen llevar por la ira.

Aunque la cólera que brota en algunos jugadores de Monopoly puede parecer de naturaleza negativa, lo cierto es que ayuda también a los más jóvenes a su desarrollo personal y emocional. Y en ello incide la filial de Hasbro en su nueva campaña en tierras belgas y holandesas.

«Las peleas enseñan a los niños a expresar sus emociones, a poner límites, a defenderse por sí mismos y a ponerse en la piel de otras personas», explica la especialista en psicología infantil Krista Okma. «Puede ser además una buena ocasión para hablar después con los niños sobre importantes cuestiones. ¿Hasta qué punto es importante ganar para ellos? ¿Es necesario ser siempre mejor que los demás?», añade.

El «insight» emanado de la investigación de Hasbro demuestra ser particularmente útil para los niños, puesto que les permite resolver conflictos en el seno de su hogar, tal y como refleja la nueva campaña de Monopoly, que rubrica la agencia KesselsKramer.

«Ningún otro juego te frustra e irrita tanto como Monopoly. Podríamos decir que las peleas son nuestra principal USP», subraya Floor Peters, brand manager de Monopoly en Benelux.

La campaña muestra a niños jugando a Monopoly y estallando en cólera como consecuencia del devenir de la partida. Cada una de las cinco gráficas que integran la campaña, que llevan el sello del fotógrafo Erik Smits, incluye una lección que pueden aprender los niños del famoso juego de Hasbro: aprender a calmarse o aprender a lidiar con el fracaso.