Los supervisores de Google transcriben 5.000 conversaciones de los usuarios a la semana
Los españoles tampoco se libran de la "vigilancia" de Google Assistant
Tras conocerse la grabación y transcripción de miles de conversaciones de los usuarios a través de Google Assistant, aumentan las dudas sobre el proceso de registro y la utilización de la información personal por parte de la tecnológica.
Si la preocupación por el uso de datos personales y la privacidad entre los usuarios ya era elevada, todavía ha aumentado más tras conocerse que varias empresas tecnológicas registran y transcriben las conversaciones que los usuarios mantienen con los asistentes de voz.
En España, segúndatos del EGM, el 10,7% de los usuarios ya utiliza esta tecnología para realizar búsquedas, obtener información de todo tipo o agilizar tareas como realizar llamadas, una cifra que se prevé siga aumentando en los próximos años.
De ahí que el reconocimiento tanto por parte de Amazon como de Google sobre las escuchas a sus usuarios haya generado alarma. Aunque la segunda ha admitido que solamente utiliza el 0,2% de las grabaciones con el objetivo de mejorar su tecnología Google Assistant, la falta de transparencia de este proceso lastra cualquier buen propósito.
Y es que, ningún usuario se queda a salvo de la vigilancia de los de Mountain View pues, a pesar de que las grabaciones que hizo públicas una cadena de televisión belga eran en holandés, según ha podido confirmar El País, también afectan a los usuarios que hablan español y portugués. Una información sobre la que desde la sede española de la compañía no han querido hablar.
Tras contactar con algunos de los transcriptores que se dedican a escuchar y escribir estas grabaciones y que son subcontratados a través de terceros, el diario afirma que cada uno de ellos puede monitorizar hasta 5.000 conversaciones semanales.
Unas grabaciones que no solamente registran las órdenes que los usuarios dan al asistente tras pronunciar el “Ok, Google” que activa el sistema, sino también aquellas que se registran por error y que incluyen diálogos mantenidos en el ámbito privado en los que se pueden ofrecer datos muy personales como datos bancarios.
Los revisores, que trabajan bajo acuerdo de confidencialidad, afirman que no pueden transcribir este tipo de información aunque sí direcciones y números de teléfono y señalan que no se vinculan las grabaciones a cuentas de usuario, algo que también recalcó Google en su comunicado oficial tras la polémica.
Sin embargo, el hecho de que la tecnológica deje en manos de terceros esta tarea, pone encima de la mesa las dudas sobre el control de los datos, alimenta la preocupación por la privacidad y lastra la confianza de los usuarios en los imperios digitales.
Aunque en sus términos y condiciones de uso Google deja claro que realiza estas prácticas y que lo hace a través de terceros y, por lo tanto, no estarían infringiendo la ley, son pocos los usuarios que atienden a estas normas y que, por lo tanto, son conscientes de que su privacidad ya no está a salvo ni siquiera en su propio hogar.