El iPad, ¿una herramienta cada vez menos atractiva para los periódicos?
Tradicionalmente, un editor producía un periódico por 1 euro. La distribución y la venta, realizada por los distribuidores y vendedores, se quedaba con un 33% del precio total. Y a la empresa editora le quedaba un 67% del precio de ese periódico para pagar la imprenta y la tinta, los sueldos de los empleados, las facturas de luz, gas y otros gastos habituales. En cuanto a los lectores, a nos ser que fueran suscriptores, el medio no tenía ni idea de quiénes eran, convirtiendo a estos editores en vendedores ciegos.
Con la llegada del iPad, del que Apple ha logrado vender más de 40 millones este año, las empresas mediáticas han creído ver la luz al final del túnel. Parecía que al publicar un periódico en una aplicación de iTunes se podrían ir eliminando todos los problemas asociados a la impresión. Pero Apple impuso un nuevo régimen la semana pasada en el que se quedaba con el 30% de todo lo que se vendía y, además, los suscriptores sólo darán sus datos para intereses de marketing, informa The Guardian, con lo cual muchos no lo harán.
Aunque el coste de cada uno de los diarios que se venda para el iPad será menor, las empresas seguirán sin saber quiénes son sus lectores, y sólo será Apple el que pueda aprovechar esta información.
En respuesta, Google lanzó su propio sistema de precios para los editores con el que sólo se queda un 10% del precio y deja que sean los propios periódicos y revistas quienes controlen su lista de lectores. Una respuesta bastante efectiva, parece ser.
Y aunque ya hay medios negociando, no se está cerrando ningún acuerdo. A pesar del proyecto entre el Mail y el sistema de Google, todavía es imposible recopilar cifras para los anunciantes mientras que el iPad siga siendo el líder frente a los dispositivos Android.
Ahora, los editores tienen que crear los diarios impresos, la página web y las versiones para smartphone, y las aplicaciones para iPad y Android, y todo esto tiene un coste. Además, hay que lanzar ese periódico online en un entorno en el que se compite con miles de fuentes distintas, es decir, hay que gastar más dinero. Al final del día, difícilmente se haya conseguido sacar beneficios con este modelo.