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#lazygirljob: la tendencia laboral que conquista la viralidad en TikTok

#LazyGirlJob: la oda de la Generación Z a la gandulería bien remunerada que triunfa en TikTok

Esther Lastra

Escrito por Esther Lastra Actualizado el

Quienes anhelan un #lazygirljob (mayoritariamente jóvenes adscritos a la Generación Z) buscan puestos de trabajo poco exigentes y bien remunerados.

«Quiet quitting», «loud quitting», «quiet thriving» y «bare minimum Monday» son algunos de los múltiples «palabros» (casi siempre en la lengua de Shakespeare) que describen tendencias de nueva hornada en el universo del trabajo. Tales expresiones, muchas de las cuales nacen al calor de la red de redes, emergen aparentemente de nada, se convierten de repente en omnipresentes y a continuación se desvanecen casi tan rápido como salieron del cascarón.

Una de las tendencias laborales de nuevo cuño que más están dando que hablar últimamente, en particular en TikTok (de cuyo vientre ha nacido, no en vano, este fenómeno), es #lazygirljob. Como su propio nombre indica, la tendencia de marras se refiere a aquellos trabajos que no requieren demasiado esfuerzo por parte de quien los ejecuta y que están, sin embargo, bien remunerados.

El equivalente en lengua castellana al #lazygirljob que triunfa actualmente en TikTok es la mamandurria de toda la vida, el «sueldo que se disfruta sin merecerlo», según el diccionario de la Real Academia España.

Trabajos poco exigentes pero bien remunerados, el anhelo de los jóvenes adscritos a la Generación Z

Quienes anhelan un #lazygirljob (que son mayoritariamente jóvenes adscritos a la Generación Z) buscan puestos de trabajo que puedan desempeñar de manera remota y con mucha flexibilidad y percibiendo un salario de entre 60.000 y 80.000 dólares (de acuerdo, eso sí, con los estándares estadounidenses).

Tener un #lazygirljob implica dejar de trabajar siempre a la hora de salida (sin regalar un minuto de más al empleador) y hacer abundantes pausas (porque las tareas solapadas a este tipo de empleo no revisten, al fin y al cabo, demasiada dificultad).

Un #lazygirljob ofrece suficiente seguridad al trabajador, que es ajeno a cualquier tipo de «dress code», e involucra la ejecución de tareas normalmente «facilonas» (enviar y responder emails, mantener reuniones de vez y cuando y trabajar con hojas de cálculo).

La tiktoker estadounidense de 26 años @gabrielle_judge fue la que primero acuñó el término de #lazygirljob. En un vídeo en TikTok la joven explica que «account manager», «customer success manager» o «marketing associate» son algunos ejemplos de lo que ella entiende por «lazy girl jobs». Antes de abrazar la tendencia #lazygirljob, Gabrielle Judge trabajó en el ramo tecnológico (que no le ofrecía, no obstante, la conciliación que ella estaba buscando).

@gabrielle_judge Career advice for women who don’t know what remote job to apply to. You can bay your bills at not feel tired at the end of the day. Women are here to collect those pay checks and move on from the work day. We have so much more fun stuff happeneing in our 5-9 that is way more important than a boss that you hate. #corporatejobs #jobsearchhacks #remoteworking #antihustleculture #9to5 ? original sound – Gabrielle??

Como era de esperar, la tendencia #lazygirljob ha sido asaeteada a críticas por un buen número de usuarios de TikTok, que recriminan a su creadora, Gabrielle Judge, que con el «palabro» de marras ponga injustamente en la picota a las mujeres por ser supuestamente vagas.

En un vídeo publicado en su perfil en TikTok la joven aclara que su intención no es en modo alguno endilgar a las mujeres el apelativo de vagas. Según Judge, #lazygirljob se trata de un término que busca servir de contraste a la denominada «hustle culture», que implica vivir por y para el trabajo. Además, quienes desempeñan «lazy girl jobs» no son necesariamente haraganes (porque tienen que asumir inevitablemente responsabilidades) y dependiendo de la industria en la que se desenvuelven profesionalmente, pueden terminar desarrollando estrés (como en cualquier otro trabajo).

Gabrielle Judge argumenta, por otra parte, que una importante ventaja de los «lazy girl jobs» es que se lo ponen más fácil a las mujeres a la hora de simultanear su carrera profesional con el cuidado de sus hijos. Y eso es por supuesto cierto, pero ¿por qué habla la tiktoker de «lazy girl jobs» y no de «lazy boy jobs»?, se preguntan algunos. ¿Acaso están los «lazy jobs» íntimamente emparentados con el género?

@gabrielle_judge A three day weekend does not mean you can now finally be you. I see a lot of jokes of taking off my corporate job personality after 5p. It is so tiring to pretend work is the only part of you. When we maintain true work life balance there is a lot leas pressure to experiences three day weekends like memotial day #paidtimeoff #outofoffice #9to5 #corporategreed #overworkedunderpaid #corporatejobstruggles #careerswitch ? original sound – Gabrielle??

Cuestionada por la denominación que ha decidido endilgar a la tendencia #lazygirljob, Gabrielle Judge confiesa que el nombre elegido es marketing puro y duro (y su estrategia ha funcionado a todas luces porque sus vídeos se han hecho virales).

La buena de Gabrielle Judge se está además lucrando con la tendencia que ella mismo inició y actualmente comercializa por 39 dólares el programa «Lazy Girl Job Program», donde proporciona consejos para echar el lazo a un trabajo fácil y bien remunerado.

De acuerdo con la tiktoker, para conseguir un #lazygirlfjob hay que solicitar entre 15 y 20 puestos de trabajo a la semana. Puesto que esto requiere bastante trabajo (máxime cuando se está atado de pies y manos a «empleo para no holgazanes»), Judge recomienda utilizar una serie de herramientas de IA para hacer más sencillo el envío de candidaturas. El singular programa de Judge se ha comercializado ya 742 veces, por lo que la influencer se habría embolsado ya hasta la fecha casi 29.000 dólares. La jugada le ha salido desde luego redonda a Gabrielle Judge, cuya tendencia #lazygirljob no solo se ha hecho viral sino que está colmando a la influencer de ingresos extra con muy poco esfuerzo (en perfecta sintonía con su filosofía de trabajo).

¿Son los «lazy girl jobs» un privilegio para solo unos pocos?

Parece evidente que #lazygirljob es una tendencia barnizada de una gruesa pátina de marketing (con la que su creadora se está llenando los bolsillos a manos llenas), pero muchos usuarios de TikTok no pueden evitar recriminar a Gabrielle Judge que no todo el mundo es elegible lamentablemente para los denominados «lazy girl jobs». Para optar a este de tipo de trabajos hay que contar inevitablemente con experiencia previa y tener también un grado universitario. Los «lazy girls jobs» son en este sentido un privilegio para solo unos pocos, argumentan quienes más críticos se muestran con la joven tiktoker.

Judge se defiende arguyendo que la tendencia que ha alumbrado es valiosa (aunque no todos puedan permitirse el lujo de abrazarla) porque es el contrapunto que necesita la poco saludable «hustle culture». Está bien no dejarse la piel en el trabajo (para variar) y no estar atado las 24 horas y los 7 días de la semana al ordenador para dar cumplida satisfacción a empleadores que se muestran después poco o nada agradecidos con los ímprobos esfuerzos en el plan laboral de su plantilla.

Pese a las críticas, muchas otras mujeres (mayoritariamente pertenecientes a la Generación Z) se han subido al carro de la tendencia #lazygirljob en TikTok. Es, por ejemplo, el caso de Victoria Bilodeau, una joven canadiense de 23 años que acostumbraba a trabajar 10 horas al día como técnico medioambiental por 26 dólares la hora y ahora es una orgullosa «lazy girl». Actualmente Bildoeau trabaja aproximadamente tres horas al día promocionando productos de maquillaje y cosmética en la red de redes. Y aunque confiesa que gana menos dinero que antes, dispone de más tiempo libre para hacer ejercicio, meditar y jugar con sus gatos.

Polémicas al margen, el fenómeno #lazygirljob está directamente emparentado con la conciliación, una conciliación a la que las generaciones precedentes renunciaron sin prurito alguno, pero que la Generación Z busca ahora denodadamente en el trabajo (como un «must» absolutamente irrenunciable). Los centennials, que enarbolan con orgullo la bandera del «dolce far niente» para salvaguardar su salud mental, tienen muy claro que trabajan para vivir y no viven para trabajar. Quizás «boombers», Generación X y millennials harían bien en tomar nota de su indolentemente saludable filosofía de vida.

 

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