Facebook, víctima de su propio modelo de negocio
Ni el odio, ni la política: el verdadero problema de Facebook es el "capitalismo vigilante"
El modelo de Facebook se resquebraja poco a poco, pero ni la desinformación, ni la interferencia política son la causa de su crisis. El verdadero motivo es el capitalismo vigilante.
Mark Zuckerberg inaugurando el año con una carta abierta publicada en el Wall Street Journal a través de la que defendía el modelo de negocio de Facebook, afirmando que la compañía se aseguraría de que los usuarios tuviesen el control sobre su información personal.
Sin embargo, después de todas las polémicas protagonizadas por la red social, son pocos los que han creído sus palabras y, lo cierto, es que hacen bien. Han sido muchos los expertos y periodistas que han tratado de analizar la crisis que atraviesa la compañía en busca del verdadero problema que la ha empujado al borde del abismo.
En este sentido, mientras unos han señalado la proliferación de las fake news en la plataforma, otros han apuntado hacia la interferencia electoral o hacia el discurso de odio. Sin embargo, para Shoshana Zuboff, autora de “The Age of Surveillance Capitalism: The Fight for a Human Future at the New Frontier of Power”, el verdadero motivo de su caída en picado es lo que denomina “capitalismo vigilante”.
El término hace referencia a aquellos negocios que crean un nuevo mercado a partir de las experiencias humanas privadas. Este concepto no es nuevo, de hecho, asegura en Fast Company, lo acuñó Google hace más de una década cuando descubrió que la enorme cantidad de datos que tenía en sus servidores debían combinarse con analítica para crear predicciones sobre el comportamiento del usuario.
Sin embargo, por entonces solo se trataba de averiguar si el usuario clicaría o no en un anuncio aunque, poco a poco acabó convirtiéndose en la base de “un negocio lucrativo proceso de venta conocido como ad targeting”.
El éxito del duopolio de internet ha sido la referencia para negocios de otros sectores que vieron en la vigilancia del usuario una forma de ampliar sus márgenes de beneficios. Pero la continuidad de estos negocios depende de la constante adición de material nuevo.
De ahí que Google comenzase a ampliar sus servicios del search, al email y a los mapas; que Amazon desarrollase asistentes de voz como Alexa o que numerosas compañías hayan puesto el ojo en las nuevas tecnologías inteligentes capaces de conocer desde lo que hay en la nevera del consumidor hasta sus gustos musicales.
“A Facebook no le importa la desinformación, ni los problemas mentales, ni ninguna otra de las cuestiones de su lista de propósitos. Los usuarios no son consumidores, sino el producto, meras fuentes de material crudo”, defiende Zuboff. “Facebook y otros capitalistas vigilantes no quieren hacerte daño, pero están dispuestos a extraer datos de tu dolor”.
Entender esta situación es clave para la autora que alerta sobre el peligro de este modelo que lleva asentándose y prosperando en nuestra economía a pesar de la existencia de leyes sobre privacidad.
“Como esto no tiene precedentes, necesitamos nuevos remedios y este trabajo empieza con nosotros”, concluye.