SUPER BOWL: VUELVE EL HUMOR Y SUBE EL PRECIO DE LOS SPOTS
Las finales de la Super Bowl copan la lista de los diez programas más seguidos en la historia de la televisión en Estados Unidos, con 130 millones de espectadores en los últimos años. Esta macrocifra es la culpable de que en la edición número treinta y siete, celebrada el pasado domingo en la ciudad californiana de San Diego, cada anunciante haya pagado una media de 2.100.000 dólares por emitir sus spots de 30 segundos, aproximadamente un precio un 10% más que el año pasado. Con esto se iguala la inversión media registrada en 2000, cuando las puntocom derrochaban entusiasmo y dinero. En cambio, este año, salvo excepciones, como Monster.com, las protagonistas han sido las compañías offline.
Para estas marcas, el poder mediático de la Super Bowl va más allá de la retransmisión de un partido ya que este año muchas han conseguido crear expectación en torno a la propia publicidad, adelantando parte del contenido de los anuncios que se emitirían el esperado domingo de la final. Y es que los anunciantes reservan el lanzamiento de nuevos productos o una nueva creatividad para el «Gran Día». Lo más destacado es la vuelta del humor a la publicidad, después de la sobredosis patriótica de la Super Bowl de 2002.
Levi’s aprovechó para presentar su nueva colección de ropa Type One. Pepsi Twist recurrió a Ozzy Osbourne, protagonista de uno de los programas de televisión más de moda en EE.UU. Michael Jordan fue otro de los fichajes de la publicidad de la Super Bowl. De hecho apareció en los anuncios de dos compañías: Hanes
y Gatorade .
Anheuser-Busch, fabricante de Budweiser, como cada año, no quiso perderse la cita, como tampoco AT&T, Visa, Reebok y H&R Block, entre otros. Sin embargo hubo ausencias sonadas como las de McDonald’s, Coca-Cola y Nike, tradicionalmente presentes en el evento.