Ultraortodoxos y publicistas: en Tel Aviv se apuesta por la publicidad dirigida a los religiosos más estrictos
A tan sólo un kilómetro de distancia de los bares modernos y tiendas alternativas de Tel Aviv nos encontramos un enclave religioso judío: Bnei Brak. Esta ciudad es conocida por su severidad religiosa: los vaqueros y minifaldas se cambian aquí por trajes negros, sombreros de fieltro, pelucas y faldas por los tobillos. Además, la televisión e internet están mal vistos.
Los ultraortodoxos como los que encontramos en Bnei Bark se están convirtiendo cada vez más en un público objetivo de publicidad a medida, por ello el experto en publicidad Eitan Dobkin ha creado una carrera especial para judíos ortodoxos en la academia de la publicidad de Tel Aviv, donde actualmente estudian 25 jaredíes bajo la más estricta división por sexos cómo despertar el deseo de compra entre los potenciales consumidores.
«Convertimos a los ultraortodoxos en publicistas porque nadie mejor que ellos para saber cómo ganar clientes entre su comunidad» ha declarado Dobkin. Los medios impresos son el mejor vehículo para acercar la publicidad a este grupo de gente, ya que en sus círculos se lee mucho puesto que la televisión, radio e internet son tabú en su extrema religiosidad.
Para conseguir captar a personas muy religiosas hay que conocer las reglas básicas como la posición de la mujer dentro de la religión o sus temas censurables. Pero si se conocen las reglas, las peculiaridades de este público pueden convertirse en factores positivos a la hora de publicitarse, como por ejemplo la importancia que los jaredíes dan a las palabras de los rabinos, que reciben mucho dinero por hablar de forma positiva sobre un producto.
Para alcanzar el éxito publicitario en una ciudad como Bnei Bark hay que convencer de dos cosas básicas: nuestro producto es bueno y kosher, pero aderezada con mucha creatividad para conectar con un público difícil, estricto y exigente.