Cómo revertir la zombificación de un jefe
4 claves para que los jefes dejen de arrastrar los pies por la oficina como zombis
Lastrados por multitud de reuniones inútiles y por mucha carga de trabajo, los jefes se convierten a menudo en zombis. Afortunadamente su zombificación es perfectamente reversible.
Algunos jefes irradian un halo absolutamente pavoroso y se las ingenian para poner a temblar de puro miedo a sus subordinados.
Líderes que provocan espanto hay lamentablemente muchos, pero un espécimen (de naturaleza abracadabrante) particularmente común en las oficinas es el jefe zombi.
Totalmente desposeído de vida y de energía, este tipo de jefe arrastra los pies por la oficina como un muerto viviente y deja totalmente en un segundo plano al que debería ser en realidad su máxima prioridad: su equipo.
Las zombificación de los líderes es afortunadamente reversible y un jefe zombi puede aprovisionarse de su tono vital perdido echando mano de los consejos que disecciona a continuación Inc.:
1. Dejar claros los objetivos
Cuando los objetivos del equipo cuyos designios lidera un jefe están alineados con los objetivos de la empresa, todo el mundo comprenderá a la perfección en qué está trabajando y por qué. Si los objetivos están meridianamente claros, los subordinados podrán dar un sentido y un propósito concreto a su trabajo. Y todos se moverán hacia adelante con la confianza de que están sirviendo a un propósito común.
2. Comenzar a decir “no”
Para que un jefe se zafe del estatus de zombi es imprescindible que comience a decir “no”, en particular a la reuniones innecesarias. Es recomendable que los líderes se guíen por parámetros muy concretos a la hora de elegir las reuniones a las que van o no asistir. Y si finalmente deciden tomar parte en una reunión, deberán acudir a ella suficientemente informados para que todos los involucrados aprovechen al máximo su valioso tiempo.
3. Centrarse en el trabajo
Los buenos líderes son espoleados por los resultados, no por la retórica vacía y el (venenoso) cotilleo puro y duro. Si se centran en el trabajo que tienen entre manos, los jefes lograrán la anhelada objetividad en sus conversaciones, sin estar al vaivén de las palabras ponzoñosas que brotan de labios de colegas maledicentes.
4. Redirigir la energía
Sin la agenda llena hasta la bandera de reuniones inútiles, cotilleos y tretas con el foco puesto en el “lobbying”, la energía de los líderes puede ser canalizada en tareas de mayor enjundia. Con más tiempo los jefes tendrán además la oportunidad de entablar conversaciones verdaderamente profundas con sus colegas para comprender adecuadamente lo que va bien y lo va mal. Ungidos con ideas más claras, los líderes pueden implementar mejoras en el flujo de trabajo, la colaboración y cualquier otra cosa que se traduzca en la optimización de las tareas encomendadas a su equipo.