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¿Qué distingue a buen líder en tiempos de coronavirus?

Los 7 "sables de luz" de los jedis del liderazgo en tiempos de COVID-19

Esther Lastra

Escrito por Esther Lastra Actualizado el

En tiempos de crisis, cuando hay despidos y recortes por doquier, los mejores líderes son una suerte de faro en medio de la negrura para sus empleados.

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Autor de la imagen: André Faucher

El liderazgo puede trocarse en un desafío de armas tomar en épocas de vacas gordas. Pero cuando las cosas se tuercen y las vacas se vuelven magras, hasta los mejores líderes se ven en apuros a la hora de navegar (sin ahogarse) en aguas turbulentas e infestadas de tiburones.

En tiempos de crisis (como la solapada a la pandemia del coronavirus), cuando hay lamentablemente despidos y recortes por doquier, los mejores líderes son una suerte de faro en medio de la negrura y su refulgente luz emana de las señas de identidad que disecciona a continuación Fast Company:

1. No esconden la cabeza como el avestruz

A los líderes les encanta ejercer de heraldos de buenas noticias, que les encanta compartir con sus empleados. Pero cuando las buenas nuevas se tornan malas es a menudo extraordinariamente tentador intentar escurrir el bulto y endilgar el papel de portavoz a algún subordinado.

Ser un buen jefe en tiempos de crisis significa no solo tomar decisiones difíciles sino también asumir la responsabilidad sobre ellas.

2. Muestran compasión

Numerosas investigaciones demuestran que los jefes que se preocupan de manera genuina por sus trabajadores se las ingenian también para lograr que estos alcancen mejores índices de rendimiento, que estén más comprometidos con su trabajo y también que rezumen satisfacción por aquello que hacen.

Mostrarse compasivo no significa proyectar hacia los demás inseguridad o falta de control. Es comunicar a los empleados que quien ejerce de líder comprende a la perfección lo dolorosa que es la situación y cómo ésta afecta no solo a los directamente concernidos sino también a sus familias.

Enfrentado a un rosario de dificultades, un jefe debe evitar ponerse la venda en los ojos y actuar como si éstas no existieran. Se trata de que haga un análisis realista de lo sucedido y revista ese análisis de empatía y comprensión.

3. Agasajan a los empleados con los mayores índices posibles de previsibilidad

En los tiempos que corren pocos jefes pueden ofrecer demasiada certidumbre a sus subordinados, pero pueden intentar aplacar (aunque sea a pequeña escala) su zozobra.

A la luz de eventos estresantes y hasta cierto punto imprevisibles, las personas sufren tanto en el plano físico como mental. Y en este sentido ofrecerles pequeñas y reconfortantes píldoras de previsibilidad obra en ellas un efecto balsámico.

Un buen líder ofrece a sus subordinados tanta previsibilidad y control como sea posible. Y algo tan simple como garantizarles que mantendrán su empleo en los próximos dos meses puede ahorrarles noches de insomnio.

En momentos de incertidumbre es mejor no hacer asunciones y dejar que los empleados colijan de manera automática que sus trabajos no corren peligro. Hay que comunicarles de manera específica que efectivamente sus puestos de trabajo no penden de un hilo.

4. No descuidan su lenguaje corporal

Los pequeños gestos dicen a menudo más que las palabras y si tales gestos los protagoniza un líder, sus empleados los mirarán con lupa (especialmente en momentos en los que el cielo se tiñe de nubarrones).

A un líder se le puede terminar viendo el plumero, por ejemplo, cuando le hacen una pregunta a la que no quiere responder y tiene el hábito de dirigir su mirada a sus zapatos. Si quienes trabajan para él, le pillan infraganti haciendo ese gesto de manera reiterada, no tardarán en inferir que oculta alga.

5. Apuntalan comunidades sobre cimientos sólidos

Dar forma a un equipo bien avenido con el éxito es ya muy difícil en circunstancias normales, y se convierte en una misión casi imposible cuando entre los miembros del equipo se interpone sistemáticamente una pantalla de ordenador.

Muchas organizaciones no estaban preparadas para el súbito y repentino cambio al teletrabajo, que de la noche a la mañana se convirtió en la norma.

Para que nadie en el equipo de trabajo sienta que se queda atrás es recomendable que los líderes organicen de vez en cuando encuentros virtuales ajenos al trabajo donde el principal objetivo sea pasarlo bien y establecer conexiones personales entre colegas de trabajo.

Un buen líder debe esforzarse asimismo para que todos sus empleados sientan que forman parte del equipo y que tienen idéntico acceso a su superior.

6. Espolean la seguridad psicológica

Especialmente en momentos de crisis los empleados necesitan saber que, así lo desean, pueden dar cuenta de sus problemas a sus superiores directos (que no podrán hacer nada, al fin y a cabo, para solventarlos si los desconocen).

Es importante que los líderes trabajen en el concepto de seguridad psicológica y creen un clima de trabajo en el que la gente se siente cómoda expresándose y siendo ella misma.

En un contexto como el actual, con una pandemia de dimensiones colosales causando estragos en todo el mundo, que los empleados no sean portadores de malas noticias y que no se las confíen a sus jefes es síntoma inequívoco de que viven instalados en una cultura laboral de la negación y del miedo (que un buen líder debe por supuestos evitar a toda costa).

7. Buscan oportunidades

La pandemia ha traído bajo el brazo una larguísima retahíla de amenazas, pero también no pocas oportunidades. Las crisis aceleran a menudo la innovación porque nos obligan a cuestionarnos si el statu quo previo era realmente óptimo.

Un contexto aparentemente nefasto como el actual puede trocarse en una oportunidad para los líderes a la hora de hacer las cosas mejor y más rápido que antes. Resistirse, por el contrario, a los cambios puede echar a perder valiosísimas oportunidades.

 

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