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La difícil adaptación de la industria del entretenimiento a la nueva normalidad

La industria del entretenimiento, en la encrucijada por la pandemia: ¿cuál es su (incierto) futuro?

Esther Lastra

Escrito por Esther Lastra

La industria del entretenimiento parece caminar hacia un modelo híbrido (presencial y virtual simultáneamente) para evitar caer en las garras de la parca y su afiliada guadaña.

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Autor de la imagen: Alex Gross

Aun cuando la nueva normalidad parece haberse instalado ya en el universo del retail e incluso también (aunque de manera algo más tímida) en la industria del turismo, sigue pareciendo del todo ilusorio acudir a conciertos, producciones teatrales o eventos deportivos en vivo en los próximos meses.

Pese a la introducción de medidas higiénicas adicionales y el respeto escrupuloso de la distancia social entre visitantes (con la consecuente reducción del aforo en los locales donde se celebran eventos), la experiencia se ve inevitablemente resentida. Y no solo para el espectador sino también para los artistas.

Consciente de que la experiencia no será la misma y estará a merced de múltiples restricciones, muchos amantes de la cultura prefieren refugiarse en formatos alternativos más seguros (y mayoritariamente caseros).

En vista del terremoto provocado por la pandemia del COVID-19, la cultura deberá abrir inevitablemente nuevas vetas de ingresos y abrirse paso asimismo en nuevos canales, intensificando el desarrollo de conceptos incipientes pero existentes desde hace ya varios años.

Si nos detenemos en el mundo del deporte, parece que los estadios llenos hasta la bandera de jubilosos hinchas están condenados a ser una mera entelequia durante aún mucho tiempo. Los partidos de fútbol (en la LaLiga y también en la Champions League) sin público son ahora la norma y podría seguir siéndolo durante aún mucho tiempo. ¿El problema? Que el fútbol que se vive a flor de piel desde los estadios poco tiene que ver (argumentan los más forofos) con el balompié (más bien frío y aséptico) que se disfruta actualmente desde la pequeña pantalla del televisor.

A diferencia de los deportes clásicos, los eSports marchan actualmente viento en popa a toda vela y su popularidad está subiendo como la espuma. Esta modalidad deportiva, que se disputa al calor de las plataformas de streaming, llena el vacío dejado por las competiciones deportivas al uso y se está ganando el favor de un número de creciente de anunciantes, ávidos de verter sus presupuestos de patrocinio en los pujantes eSports.

En vista de la popularidad al alza de los eSports, las agencias deberían prepararse también para ganar en «expertise» en este segmento de actividad, que tendrá previsiblemente mucho que decir en el futuro desde el punto de vista de la estrategia de marca.

La necesaria adaptación del mundo de la cultura a nueva realidad que no les es en absoluto halagüeña

Los sponsors de festivales musicales se enfrentan asimismo a un dilema de primerísima magnitud. En 2020 la temporada de conciertos se irá previsiblemente al garete, lo cual se traducirá en serias repercusiones económicas para los artistas, los organizadores y los locales donde tienen lugar eventos de naturaleza musical.

Entretanto, y para capear el temporal, muchos conciertos se están refugiando en los canales digitales. El pasado 21 de junio, coincidiendo con la celebración del Día de la Música, la Fundación Starlite celebró, por ejemplo, un concierto en la azotea del edificio KPMG de Madrid que se puso seguir en directo a través de la web de la organización.

En cuanto al teatro, algunas salas han levantado ya el telón (con aforo limitado), pero se plantean la retransmisión en streaming de sus obras, y no de manera gratuita como ha venido siendo la tónica habitual durante el confinamiento, sino haciendo pagar un precio simbólico al espectador.

El cine se ha visto también perjudicado de manera muy severa durante la pandemia. Y lo cierto es que las alternativas disponibles para esta industria no van mucho más allá de ir adaptándose al aforo permitido.

Así y todo, los cines de verano y los cada vez más en boga autocines podrían ayudar a la vapuleada industria cinematográfica a salvar la taquilla.

Además, en los últimos años algunos estudios cinematográficos, afincados mayoritariamente en Estados, han dado los primeros pasos para ofrecer en streaming las «premières» de sus películas con un recargo adicional. Y Paramount y Warner, entre otros estudios, están apostando actualmente por el alquiler durante 48 horas de sus últimos estrenos mediante plataformas como Prime Video, Apple, TV y Google Play.

La industria del entretenimiento parece caminar hacia un modelo híbrido (presencial y virtual simultáneamente) para evitar caer en las garras de la parca y su afiliada guadaña. Y tales formatos híbridos, que podrían convertirse en omnipresentes en el transcurso de los próximos cinco años, ofrecen no pocas posibilidades a los anunciantes en términos de patrocinio, abocado (parece que de manera impepinable) a la digitalización.

 

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