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¿Por qué la publicidad nunca va a desaparecer?

La publicidad murió, muere ahora y seguirá muriendo, pero siempre regresará de su tumba

Pilar Ruiz de Gauna

Escrito por Pilar Ruiz de Gauna

Ante la cercanía de Halloween la muerte se ha convertido en un tema recurrente. Lo mismo le sucede a la publicidad tradicional. Cada vez que llega a nuestras vidas una nueva innovación que los consumidores reciben de buen agrado algunas voces empiezan a señalar su la muerte. Basta con echar un vistazo a la historia.

Hace ya algunos años la radio se erigía como el medio de comunicación predilecto. Su llegada hizo que muchos apuntasen entonces a la muerte de los anuncios impresos. La radio fue reemplazada por la televisión y la publicidad, también murió. Lo mismo sucedió con la llegada de internet y los nuevos formatos. No han faltado nunca las voces que la han matado sin piedad.

La publicidad puede que sea la única industria que muere cada vez que se produce un avance. Pero ahí sigue. Esto nos lleva a plantear una visión diferente: ¿no será que no hemos acabado de entender lo que significa la publicidad?

La publicidad, ese concepto que ha muerto ya varias veces y siempre regresa de la tumba, es definido de la siguiente forma por la Real Academia de la Lengua Española (RAE): “conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas de los hechos (…) Divulgación de noticias o anuncios de carácter comercial para atraer a posibles compradores, espectadores o usuarios”.

En esencia, la publicidad es un conjunto de técnicas utilizadas para describir o llamar la atención sobre un determinado producto, servicio o evento. ¿Cómo va a morir algo que es inherente a la capacidad comunicativa del ser humano?

Si tenemos esto tan claro, ¿por qué seguimos matando una y otra vez a la publicidad? Puede que la causa se encuentre en los propios profesionales de la industria.

Estos son buenos a la hora de comercializar productos y crear estrategias atractivas que marquen la diferencia respecto a los competidores. Partiendo de esta base volvamos al planteamiento con el que abríamos este artículo.

Cuando la radio sustituyó en cierto modo a la prensa escrita como el medio de comunicación de masas, seguro que algunas agencias utilizaron todo su ingenio para poner de relieve esta situación y comenzar una narración en favor del novedoso medio de turno. Un movimiento con el que seguramente consiguieron cerrar negocios.

Esta es sólo una teoría. Podemos recurrir a aquello de que hasta la mala publicidad es buena ya que no importa lo que se diga de uno. Lo importante es que se hable. Estas reflexiones conforman una visión en cierto modo vanidosa de la publicidad. Pero es la realidad. La publicidad sobre publicidad genera más publicidad.

Da igual cuando lea este artículo. O los anterior o los que aún están por escribir. La publicidad nunca va a morir. Es inherente al ser humano. Indestructible ya que el capitalismo no funciona sin publicidad. Es posible que ni siquiera la democracia funcione sin publicidad.

No importa lo que esté por venir. La publicidad no morirá. Y, si lo hace, tenga por seguro que acabará regresando de su tumba.

 

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