Tendencias en MarketingEl retorno a la oficina se traduce en un fuerte sentimiento de ansiedad para los empleados
El monstruo de la ansiedad ataca en el regreso a la oficina
El regreso a la oficina, un ponzoñoso caldo de cultivo para la ansiedad
Buena parte de los empleados dan cuenta invariablemente de la ansiedad que les genera la idea de regresar a la oficina y volver a la normalidad (quizás no tan anhelada después de todo).
Después de más de un año respetando (más o menos escrupulosamente) la distancia social, llevando mascarilla y trabajando desde casa, muchas empresas están ya impacientes por hacer regresar a su plantilla a la oficina. Sin embargo, los directamente afectados por esta decisión (los trabajadores) se enfrentan a la perspectiva de regresar a la oficina con una elevada dosis de ansiedad.
Según un reciente estudio llevado a cabo en cinco países diferentes por Limeade Institute, los 4.553 empleados consultados dan cuenta invariablemente de la ansiedad que les genera la idea de regresar a la oficina y volver a la normalidad (quizás no tan anhelada después de todo).
Y las empresas tienen frente a sí un dilema en absoluto baladí. Por una parte, desean cuidar la salud de sus empleados y reducir los eventuales contagios de COVID-19. Y por otra, necesitan justificar de alguna manera los elevados costes solapados al alquiler de oficinas y prefieren también tener cerca en el plano físico a sus empleados (quizás con el ánimo de controlarlos mejor).
Sin embargo, ejercer excesiva presión sobre los empleados para forzar su retorno a la oficina no hace sino echar más más leña al fuego de la ansiedad.
El informe de Limeade Instituye concluye que las principales causas del estrés emanado del regreso a la oficina son el hecho de estar potencialmente más expuesto al coronavirus, la pérdida de flexibilidad laboral, la obligación de desplazarse de casa al trabajo y viceversa, el deber de llevar mascarilla en la oficina y tener que buscar ayuda extra para cuidar de los niños.
A la ansiedad por regresar a la oficina se une la ansiedad por llevar la contraria al jefe que impone el trabajo presencial
Algunos jefes admiten que el teletrabajo no se traduce necesariamente en una merma de la productividad y que la flexibilidad redunda en una mayor igualdad, nuevas oportunidades de crecimiento y un comportamiento más ético.
Cuando los empleados no tienen que invertir varias horas al día en atascos de tráfico o en el transporte público, tienden a sentirse también más descansados, más felices y más productivos.
Lo más preocupante es en todo caso que el 56% de los trabajadores consultados en el estudio de Limeade Institute confiesan que las empresas que les tiene en nómina no han sondeado su opinión sobre las políticas para regresar a la oficina. Y semejante zanja en la comunicación entre empleados y empleadores se troca inevitablemente en ansiedad para quienes no quieren o no están preparados aún para regresar a la oficina. Además, quienes se encuentran en esta situación temen dar voz a las preocupaciones que les corroen por dentro por temor a que su particular punto de vista sea contemplado como una falta de confianza en sus superiores directos, tal y como recoge Fast Company.
A mucha gente le genera, al fin y al cabo, ansiedad expresar su disconformidad con los pareceres de sus superiores y desafiar sus puntos de vista. Algunas personas creen que llevando la contraria a sus jefes insinúan de alguna manera que estos son incompetentes, prejuiciosos o incluso corruptos.
Este tipo de ansiedad es la denominada ansiedad por insinuación, que emerge cuando a la gente le preocupa que no acatar los deseos de otra persona pueda ser interpretado como una señal de desconfianza.
Las empresas harían bien teniendo en consideración este tipo de ansiedad porque si sus empleados se sienten incapaces de verbalizar su disconformidad con el regreso a la oficina (y la consiguiente abolición del trabajo flexible), es posible que se marchen con su talento a otra parte, a un lugar con mayor flexibilidad laboral.