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Javier Piedrahita CEO & Founder de MarketingDirecto.com

Cuento de Navidad 2011 - Lo que hoy realmente cuenta

Tras el pequeño rapapolvo, carbón de Santa, para un sector que no reflexionó en 2011 todo lo que debería, publicado la semana pasada en este mismo espacio, le propongo esta semana especial un mensaje navideño 2011 no menos reflexivo, pero sí más positivo y que habla de lo que hoy realmente cuenta.

Se trata de una columna navideña de Heribert Prantl, publicada en el diario www.Sueddeutsche.de y que, como tantos otros temas interesantes de la actualidad, me llegaba vía Twitter a la tableta de lectura online en plenas fiestas navideñas, aquí en El Escorial (las fotos), que es donde yo las paso cada año, a una hora de Madrid, en un entorno de grandes paisajes.

Comenta el autor de la columna que voy a citarle en su idioma «que la historia de la Navidad es una historia de esperanza. Que el ser más grande no es un emperador, sino un nacido sin techo. Y que durante cientos de años se han visto reflejadas las personas en este relato. Pero que ahora, cada vez menos. También porque en este mundo del ritmo intrépido hemos perdido el don de contar (también diría yo, en publicidad…) y el de escuchar (por parte del consumidor, desgraciadamente).

La narración de la Navidad trata de gente común. María y José, un niño en un pesebre y pastores. Es una historia de gente que son contados (en esos días por el emperador Augusto), pero que en realidad no cuentan nada en su imperio romano. Aparentemente siguen el mandamiento. Son obedientes, se ponen en marcha, pero su camino finaliza en un lugar totalmente distinto. No en el censo de población ordenado por Augusto, no en ser contados, pero sí en un gran cuento.

Comienza una historia de liberación en la que llega «un mensaje» desde el cielo y una orden de control de Augusto desde arriba. Una orden saboteada y cambiada por ángeles y otros personajes bíblicos. Se reemplaza la instancia superior, la que gobierna con números. Aunque este cuento sólo parezca increíblemente bello, lo real en esta contra-historia es que ha cambiado el mundo. Del contra-cuento de la gente corriente ha surgido una gran historia. Nadie sabría del censo de población de Augusto si con él no comenzase la historia de la Navidad, que es interpretada como el comienzo de una historia de liberación. Que pone en perspectiva nada menos que un nuevo cielo y una nueva tierra. Con un mensaje claro: la más alta instancia no es el emperador, sino el ser humano. El que llega al mundo sin techo. Es el cuento del gran cambio.

En el cielo y en la tierra finalmente solo cuenta una moneda. Y ésta no se llama Sestercio, Euro o Dólar, sino, perdonad, amor. Quien no se entera de ello, está ciego. Aunque sea poseedor de un premio Nobel. A quien esto le parezca demasiado ñoño o a quien no se quiera, pues que lo traduzca así: no tienes por qué querer a la persona que tienes enfrente. No tienes que inventarte sentimientos falsos hacia ella. Pero sí debes respetarla. Es decir, tratarla así como deseas te traten a ti. Quien entiende la historia de Navidad ve a la persona tras el número. Eso es amor.

Los emperadores de hoy tienen otros nombres. Se llaman mercado, réditos, efectividad y seguridad. En su nombre se cuenta más que nunca (y mucho más que con Augusto). Se cuenta dónde y qué compra la gente, para la publicidad se crean perfiles de sus preferencias de compra, se calculan y pronostican la capacidad de compra y la posible morosidad, se pronostican deseos de compra… Y en internet, de una forma tan específica y segura como nunca antes. Se toman nuestros datos personales, por parte del estado, en nombre de la seguridad, y por la economía, en nombre de buenos negocios. Se crean rankings, evaluaciones, se analiza la calidad. El contacto humano queda devorado por la burocracia de contabilizarlo todo, de tener constancia escrita/contable de todo.

Toda esta «registra manía» parece crear un orden en un presente desordenado. Pero sobre todo crea eficacia y ganancia. La «recoge manía» que vemos en todas las áreas de nuestro mundo es muestra y símbolo de una sociedad que se encuentra en fase de cambio de lo fijo a lo volátil moderno. Del trabajo vamos al trabajo en régimen de cesión. De la profesión a trabajos temporales, de la vida a una sucesión de situaciones, roles cambiantes, proyectos y episodios. Trabajo y vida quedan cortados en pedazos cada vez menores. Comunidades estables y lazos sociales son relevados por redes y constelaciones patchwork. Antes existían obligaciones de identidad pero, al menos, existía identidad. Esta identidad ahora es sustituida por la flexibilidad. Y la planificación de vida es ya palabra del pasado. La vida de cada vez más personas pierde su hilo conductor.

De todo esto resultan más miedos que por las actuales turbulencias del Euro. El ser humano, y eso sí da miedo, se parece más y más al dinero. El dinero fluye por ahí, es volátil, se junta. No sorprende, pues, que los flujos de refugiados sigan a los flujos del dinero. La existencia de estos desplazados se registra casi sola como dato estadístico, como número. Su historia no interesa a nadie. Pero claro, la vida no se describe con números, sino con historias, con cuentos. La historia de una vida no es un sumar o restar de ciertos números y datos, sino el contar de lo no calculable. Las religiones del mundo saben de esto (¿y la publicidad, ese storytelling?) Le facilitan al ser humano grandes historias en las que pueden reinscribir sus pequeñas historias de sus modestas vidas.

Suelen ser historias básicas en las que las personas ven incluidas sus propias historias de vida. Estas grandes historias, en la Biblia llamadas parábolas, tratan el día a día de la gente corriente y dan significancia a los que nada cuentan. Sin dejar fuera enfermedad, perdición, miedo, desesperación y muerte. La narración de la Navidad es un ejemplo. Es apertura a muchas otras historias en las que se almuerza, se salva, se cura y se resucita a los muertos. Son historias de esperanza. Durante siglos el ser humano se ha visto reflejado en ellas. Pero ello ya no funciona tan bien. No sólo porque la religión pierde influencia en el mundo de hoy, sino también porque, en un mundo de tiempos medidos a la precisión, la gente ha desaprendido el contar y el escuchar.

Para contar, (y esto quizás valga también en nuestro mundo publicitario y marketero) necesitamos a alguien enfrente que quiera escuchar la historia y que se tome ese tiempo. Con el contar comienza la contra historia a lo fugaz moderno, comienza la contradicción. Contar protege ante la sensación de hundirte en el sinsentido. Contar cura. Escuchar también. Mientras lo haces, percibes al otro/a. Como ser humano, no como peligro. Eso es Navidad».

En fin, que cada uno de ustedes saque la conclusión personal o profesional que le parezca, de esta columna de Heribert Prantl. A mi me gustó ;-)

Antes de despedirme por última vez en este increíble 2011, para lo bueno (tantos viajes a infinidad de congresos, ferias y festivales por todo el Planeta con tantas increíbles y nuevas personas conocidas este intenso año, reflejadas en decenas de álbumes de fotos subidos a mi cuenta de Facebook) y para lo malo (esa crisis que no acaba, esa mala spanish envidia de aquellos que no entienden que hace 12 años llegó al sector un medio libre, distinto, crítico, que sí abre online y curra los 365 días del año para su sector, su lector, su anunciante, en Madrid, España, Europa y el mundo entero), me gustaría dar las GRACIAS:

A todos los que a pesar de la crisis nos apoyaron en 2011, a todos los que sí confían en que otro periodismo sectorial es posible y necesario en la convulsa España / Sector de hoy, a los que agradecen a este mini equipo de ya 8 personas, que trabajan de forma incesante y apasionada, esto de la información online en directo vía textos, fotos y vídeos. A los que se anuncian en un medio del presente y futuro marketero y publicitario, a los que leen las 35 noticias diarias que lanzamos vía web, en newsletter, Twitter y Facebook. A los que son amigos. A los que trabajan conmigo, proveedores, Grupo Antevenio / Centrocom, etc., etc., etc. A todos ellos mis mejores deseos para un 2012 que vamos a afrontar entre todos sin miedo y con mucho trabajo. Como lo hacemos año tras año. Creciendo en esta web editorial sin parar. No por suerte. No por la cara bonita. No por ser un medio veterano o medo pirata, con el trato de favor que da eso. Pero sí por un trabajo constante y duro, coberturas totales, visión global, desplazamientos agotadores. Gracias a TODOS.

¡Que 2012 os traiga lo mejor!

Javier Piedrahita
Director

MarketingDirecto.com
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