¿Dónde estamos los mayores de 55 años?

No quisiera con este título que alguien pudiera pensar que, a partir de esa edad, estamos perdidos o desorientados. Nada más lejos de la realidad…
El porqué de esa pregunta viene dándome vueltas en la cabeza desde hace ya bastante tiempo, dado que no entiendo por qué se nos retira continuamente de casi todos los «targets» de las campañas.
Estoy dada de alta en varias RRSS, lo que presupone que tenga cierta cultura digital, y eso me hace cuestionarme cuando escucho a mi alrededor, incluso entre profesionales consagrados, la observación de que los nativos digitales son los que comprenden completamente ese mundillo.
Tengo conocidos a mi alrededor de edad similar, incluso yo misma en algún caso, que este año hemos comprado coches; adquirido viviendas, bien para comprar otra más pequeña, ahora que nuestros hijos se han marchado de casa, y resulta más operativo tener una con menos metro, o bien para buscar una segunda vivienda con visos a pasar más tiempo alejados de las grandes ciudades; también hemos comprado móviles, tabletas, auriculares; hemos hecho obra en casa; comprado electrodomésticos y aires acondicionados; contratamos OTT; somos los famosos RCH de la nuestra, pues la compra está a nuestro cargo, y así un largo etcétera.
No me vale lo que he oído en alguna ocasión: una vez vas cumpliendo años, pides cada vez más ayuda a tus hijos. Lo siento, pero no. Está por ver que yo, o mi entorno, pidamos consejo o colaboración de nuestros hijos en esos temas, dado que aún seguimos teniendo suficientes conocimientos, maneras de asesorarnos, gustos y experiencia para saber lo que queremos o las marcas que preferimos.
Salvo aquellos que han pasado de cuidar a sus hijos a cuidar de sus nietos, o los que aún tienen que ayudar a sus hijos económicamente, los mayores de 55 años de mi entorno social solemos tener la hipoteca pagada, sin la carga económica que suponen los hijos y, en muchos casos, con el tiempo disponible al no tener (por desgracia) mayores a los que cuidar.
¿En qué empleamos el tiempo?
Salvo que los achaques nos lo impidan, que no suele ser algo generalizado, pues la salud cada vez es mejor y envejecemos mucho más tarde que las generaciones anteriores, disponemos del ocio y del dinero suficiente para viajar bastante, salir, comer en restaurantes, darnos caprichos que antes no podíamos, divertirnos…
Somos grandes consumidores, pero los algoritmos no deben enterarse, porque yo solo recibo publicidad en las redes de dietas «milagrosas», cremas anti-edad, audífonos, ópticas, seguros de defunción (esta es buena y muy optimista…), residencias de ancianos (entiendo que para el caso de que alguno de mis mayores viva aún, no quiero creer que sea para mi uso y disfrute), ejercicios para reducir esos quilos de más… Este es mi día a día.
Siempre me he preguntado si trabajamos con datos obsoletos o si las marcas no quieren asociarse con personas mayores, «seniors» o como queramos llamarlas, por unas percepciones anticuadas o para que, a ellos mismos, los sigan considerando jóvenes, dinámicos y novedosos.
Tengo 62 años, por si alguno lo desconoce, y, si no fuera porque me siento muy excluida para el mundo de la publicidad, podría ser una situación hilarante. Las marcas están dejando fuera de las campañas a un segmento de edad con muy buenas posibilidades y con un poder adquisitivo suficientemente atractivo. Van dirigidos principalmente a gente mucho más joven, algunos de los cuales tienen muchas más cargas familiares o salarios precarios, así como una gran inestabilidad laboral, que les impide acceder a muchos servicios o propiedades que les gustaría y que para nosotros es más asequible.
Me gustaría reivindicar desde aquí una reflexión en el mundo de la publicidad para conseguir, con el tiempo (yo ya no lo veré en activo), revertir esta situación.
Mayte Moro, Directora de Negociación de EQUMEDIA
El desafío de esta nueva era supone un acelerador para AdponeAnteriorSigueinte¿Cuánto vale una idea?