
Social Media MarketingLa adicción a las redes sociales no es comparable con otras dependencias
¿Generan realmente "adicción" las redes sociales?
Por qué la "adicción" a las redes sociales no existe (pero supura veneno)
Puede que la "adicción" a las redes sociales no juegue en la misma liga que la adicción a las drogas, pero no por ello es menos tóxica.
Muchos tienen la mirada permanentemente clavada en el smarphone de sus amores (donde sus ojos se apalancan con particular fuerza en las redes sociales). El internauta pasa una media de dos hora al día en las plataformas 2.0. Pero, ¿nos hace realmente merecedores del título de «adictos» el hábito de abrirnos paso en Facebook, Instagram, Twitter y TikTok cada pocas horas (e incluso cada pocos minutos)?
El término «adicción a las redes sociales» se utiliza cada vez más para describir a aquellas personas que invierten mucho tiempo en los social media y que en consecuencia ven menoscabada su autoestima, duermen mal o se ven lastradas por el estrés.
En el estudio de la adicción a las sustancias (que no de la «adicción» a las redes sociales) confluyen tres elementos determinantes: la compulsión (o falta de control), la tolerancia (necesidad de aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto) y la abstinencia (efectos secundarios de naturaleza nociva cuando se da el alto a la ingesta de sustancias).
Estos tres elementos son bastante obvios cuando hablamos de adicción a las drogas o al alcohol, pero no lo son tanto cuando entra en la ecuación la «adicción» a las redes sociales, tal y como recoge The Next Web.
El interés al alza en «adiciones» de naturaleza comportamental como el juego, el sexo o internet se ha traducido en un considerable ensanche de la definición de adicción. Pero lo cierto es que, aunque potencialmente muy ponzoñosa, la «adicción» a las redes sociales no es lo mismo que la adicción a sustancias como el alcohol y las drogas.
La «adicción» a las redes sociales presenta no pocas divergencias con respecto a la dependencia del alcohol y las drogas
Una exposición excesiva a las redes sociales es claramente dañina. Quienes están presentes en estas plataformas tienen cierto control sobre la manera en que se presenta a los demás y pueden, por lo tanto, editar su apariencia online para buscar la validación (tramposa) por parte de los demás.
De acuerdo con un estudio llevado a cabo en 2019, las usuarias de las redes sociales que dedican a estas plataformas aproximadamente una hora y media al día están particularmente proclives a ver incrementado su deseo de lucir delgadas (en base a lo que los demás puedan pensar de ellas).
Según un segundo informe de 2016, la gente busca validación en las redes sociales llegando al extremo de manipular sus publicaciones, incrementar el número de «likes» recibidos o dar voz a opiniones con las que ni siquiera está de acuerdo.
Las personas que presentan este tipo de comportamientos se muestran también más proclives a ver cercenada su autoestima, pero no se observa necesariamente en ellas compulsión (que es uno de los tres factores que confluyen siempre en las adicciones).
Hay quienes argumentan, con todo, que el abuso crónico de las redes sociales puede acabar degenerando en una adicción, pero lo cierto es que a día de hoy esta patología no es reconocida como tal por Asociación Americana de Psiquiatría.
Que no generen «adicción» en el estricto sentido de la palabra no hace menos venenosas a las redes sociales
Entre el uso excesivo de las redes sociales y el uso excesivo de sustancias hay no pocas diferencias desde el punto de vista de la adicción. Quienes dejan, por ejemplo, de consumir drogas experimentan malestar físico que puede degenerar en síntomas peligrosos sin la adecuada supervisión médica. En cambio, entre quienes dejan de utilizar las redes sociales (y son hasta cierto punto dependientes de estas plataformas) no se observa síndrome de abstinencia.
Hay, no obstante, ciertos elementos de las redes sociales que resuenan hasta cierto punto con la adicción en su vertiente más clásica: los perniciosos mecanismos de refuerzo de los que se valen habitualmente estas plataformas (los «likes», por ejemplo).
Y no deja tampoco de ser cierto que la «adicción» a la redes sociales (como también a otras sustancias) discurre a menudo de manera paralela a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. Puede que la «adicción» a la plataformas 2.0 no juegue en la misma liga que la adicción a las drogas, pero no por ello es menos tóxica.