Agencias de marketingEl anuncio de la muerte de la oficina podría ser precipitado
¿Ha matado realmente el teletrabajo a la oficina?
Por qué aún es pronto para escribir el obituario de la oficina
La colaboración en el plano laboral echa anclas necesariamente en sólidas conexiones humanas, que son las que deberían primar en los planes de las empresas para el regreso a la oficina.
En los últimos tiempos muchos se han apresurado a matar a la oficina, que parece haberse quedado «demodé» en la nueva era del «home office». Y es evidente que la pandemia ha provocado un éxodo masivo de trabajadores en las otrora sacrosantas oficinas para poner en primer plano el omnipresente teletrabajo.
Aunque el «home office» porta en sus entrañas no pocas desventajas (que se trabajan bastantes más horas que en la oficina), brinda también a los empleados la posibilidad de tener un mayor control sobre sus horarios y les ahorra también los a menudo larguísimos desplazamientos de casa a la oficina (y viceversa).
Sin embargo, puede que el anuncio de la muerte (parece que impepinable) de la oficina sea excesivamente prematuro.
Las empresas que más pronto se dispusieron a dar portazo al trabajo en la oficina (adscritas sobre todo y ante todo al ramo tecnológico) lo hicieron en realidad porque durante años se tomaron la molestia de espolear las conexiones humanas entre sus empleados y pudieron permitirse el lujo de decir adiós (a bote pronto de manera definitiva) a la oficina.
Quienes más rédito están sacando del teletrabajo son aquellas compañías que ya habían invertido mucho antes en una cultura que alentara la proximidad (de espíritu) entre sus empleados. Y tales empresas son lamentablemente una pequeña minoría, argumenta Eric Mosley en un artículo para Fast Company.
De hecho, casi un año después de que el teletrabajo se convirtiera (a la fuerza) en el pan nuestro de cada día para las empresas, se observa una más que apreciable caída en el índice de conexión de los empleados con las empresas que les tienen en nómima.
Las conexiones humanas, lo que el «home office» hurtó vilmente a los entornos laborales
Un informe de Gallup concluye que los empleados en remoto están un 7% menos prestos a estar conectados con la particular misión de la compañía de la que forman parte.
Contemplar los rostros de los colegas de trabajo mediante la pantalla del ordenador es definitivamente mucho más transaccional, menos espontáneo y menos humano que trabajar codo con codo con otras personas en el mismo espacio físico.
Por esta razón, y conscientes de la humanidad deficitaria que lastra inevitablemente el «home office», muchos líderes están haciendo el esfuerzo de velar por la salud mental de sus empleados, dejando ver retazos de su propia vulnerabilidad y mostrando activamente su gratitud a quienes forman parte de su equipo de trabajo.
Sin embargo, tales esfuerzos (aunque loables) se quedan inevitablemente cortos. Porque puede que el teletrabajo dé alas a la productividad, pero entraña también no pocos riesgos para la colaboración y la cultura corporativa.
Quizás por ello Susan Lund, del McKinsey Global Institute, está convencida de que el regreso a la oficina pivotará sobre todo y ante todo en torno a la interacción (esa que se ha visto seriamente cercenada durante la pandemia).
Lo que parece claro es que la colaboración en el plano laboral echa anclas necesariamente en sólidas conexiones humanas y son tales conexiones humanas las que deberían llevar la batuta en los planes de las empresas para el regreso a la oficina (o en su apuesta por modelos de naturaleza híbrida).
Con la vista puesta en el retorno (ojalá temprano) a la oficina o a las nuevas oficinas híbridas, las empresas no deben perder de vista estos factores:
- Espacio físico. Será necesario probablemente rediseñar mesas, espacios de colaboración y salas de reuniones y conviene involucrar desde el principio a los empleados en el proceso de rediseño.
- Tecnología. A la hora de implementar soluciones tecnológicas, éstas deben estar enfocadas tanto a las personas como la productividad pura y dura.
- Cultura. Es fantástico poder celebrar los éxitos, pero en el seno de las empresas es preciso festejar asimismo lo que une a las personas que forman parte de ellas: la bondad, la dedicación, la integridad, la resiliencia, la colaboración, el coraje y el amor. Para forjar una cultura robusta hay que parar momentáneamente, mostrar gratitud y reconocer todos aquellos momentos en que determinadas personas dentro del equipo fueron particularmente creativas, resilientes y abnegadas.
Quizás, cegados por la neblina de incertidumbre que todo lo impregna en estos momentos, no seamos capaces de determinar con exactitud cuándo será posible regresar al 100% a la oficina. Lo que sí es seguro es que el regreso a la oficina (en absoluto extinta) cabalgará a lomos de la conexión humana, concluye Mosley.