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Según varios expertos de la UOC

La industria cinematográfica mirará más que nunca a internet tras la crisis sanitaria

Redacción

Escrito por Redacción

Aunque las grandes producciones, sobre todo por todo el trabajo de marketing y merchandising que llevan detrás, seguirán estrenando en salas de cine, el resto optarán más que nunca por estrenos en streaming

cine industria

El impacto del coronavirus ha tenido una profundidad extrema en nuestra sociedad a todos los niveles, afectando además con mayor inquina a ciertos sectores, que han sufrido la crisis sanitaria más que nadie. A principios de 2020, los datos aportados por la consultora Comscore señalaban que los cines españoles habían registrado más de 105 millones de espectadores en 2019, y habían recaudado 624 millones de euros, su mejor cifra en diez años. Sin embargo, apenas cinco meses después, el escenario es totalmente distinto, pues el coronavirus trajo consigo el confinamiento y, entre otras muchas cosas, el cierre de las salas de cine.

La industria cinematográfica es uno de los muchos ejemplos de la negativa influencia del coronavirus, viéndose obligada a repensar su esquema de negocio, como señalan los expertos, con consecuencias a corto, medio y largo plazo. “Han tenido que aceptar que el cine e internet, al que hasta ahora se miraba como un enemigo, están condenados a entenderse”, señala Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Esta situación ha servido, por una cuestión de necesidad, para eliminar los prejuicios de ver cine en casa», afirma.

Como era de imaginar, el cierre de los cines ha implicado el bloqueo temporal de los estrenos previstos, lo que ha tenido efectos inmediatos entre las grandes distribuidoras. No obstante, no todos ellos han sido negativos, pues también han podido comprobar que los estrenos directos en vídeo bajo demanda, en streaming, tienen su propio recorrido comercial. Un buen ejemplo de ello es Troll’s World Tour, un film que Universal estrenó bajo alquiler en plataformas el pasado 10 de abril. También Disney decidió saltarse la ventana de los cines con Artemis Fowl, que estrena ahora directamente en su plataforma Disney+.

Ha habido un cambio de mentalidad que traerá consigo un cambio de escenario”, explica Neira, que también es miembro del Grupo de Investigación en Aprendizajes, Medios y Entretenimiento (GAME) de la UOC. “Las grandes empresas, que son las que pueden promover realmente el cambio y también las que faltaban por unirse a esta revolución digital, han sido las que han dicho que les ha gustado esta experiencia y que probablemente la repitan en el futuro”, añade.

Partiendo de todas estas premisas, los expertos consideran que es posible que las salas de cine desaparezcan, aunque solo para un tipo determinado de películas. “Lo que hemos entendido y vivido como cine sufrirá importantes modificaciones y transformaciones, pero no desaparecerá. El cine en salas nunca morirá del todo”, señala Jordi Sánchez Navarro, director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Navarro cree además que lo que va a ocurrir es que se producirá una polarización entre los grandes acontecimientos cinematográficos, “que seguirán llenando las salas esporádicamente, y las pequeñas y medianas producciones, que puede que sí queden relegadas a un consumo en pantalla doméstica vía streaming”.

Comparte su opinión Elena Neira, que recuerda el informe de Moffett Nathanson titulado “Say Goodbye to Hollywood”, en el que Michael Nathanson dibuja un escenario con un futuro incierto para el cine. En él advierte que la mayoría de las salas están en centros comerciales y que estos reabrirán con limitaciones, lo que reducirá la circulación natural de público a los cines. Además, las salas que abran tendrán que sobrevivir varios meses operando con un tercio del aforo, lo que supondrá unos ingresos que, en el mejor de los casos, también serán de un tercio del total.

Un blockbuster, una película que ha costado 200 millones, se tiene que estrenar en cines porque no se puede amortizar en vídeo bajo demanda, ya que está pensada para generar un gran impacto económico en la primera ventana de los cines y después toda una serie de beneficios adicionales que están vinculados al hecho de que se ha convertido en un taquillazo”, explica Elena Neira, que cita como ejemplo de esos beneficios la venta de productos de promoción comercial (merchandising) o el propio fenómeno que desata el hecho de conseguir un récord de espectadores. “El estreno en los cines es la palanca que impulsa el efecto dominó en el resto de las ventanas de la industria. Sin ella, esas películas no se podrían hacer, necesitan los cines”, afirma.

Por el contrario, la situación es bien distinta para las producciones pequeñas y medianas. A pesar de que son susceptibles de ser estrenadas, la implicación económica que conlleva estrenar en los cines en términos de campañas de marketing, anuncios publicitarios o compra de espacios en marquesinas, así como el hecho de tener que competir directamente con grandes taquillazos, son dificultades complicadas de salvar. “Eso hace que no sean lo suficientemente rentables para sobrevivir en este contexto, especialmente a finales de este año y principios del que viene, cuando los cines van a estar saturados de grandes estrenos”, dice la profesora de la UOC.

Es precisamente uno de los miedos de los propios profesionales de la industria cinematográfica, que temen por su futuro. Según una encuesta realizada entre profesionales del cine y publicada en Stephen Follows Film Data and Education, tras la irrupción del coronavirus y la paralización de gran parte de la industria, casi la mitad de las personas que trabajan en la industria del entretenimiento audiovisual identifican como su principal o segunda preocupación el futuro de la empresa para la que trabajan.

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